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Primer extracto de Hijo de nadie

Aquí  el primer extracto del próximo libro de la saga de los Cazadores Oscuros, Son Of No One, traducido. 

Al original lo encontraran en la página web oficial de Sherrilyn en la sección "First Peek".

-¿Sabes, Selena? Hay una línea muy fina que separa “importante para mí” y “estás muerto para mí”. Y estás pisoteándola.
Selena Laurens, que estaba parada en la entrada, al lado de una pila de cajas, se rio ante el malhumorado tono de su prima.
-No pasa nada, Jo-Jo. Recuerda que con nuestra sangre Cajún-Romani, aunque esté muerta para ti, en cualquier mundo, aún podrás oírme. Te perseguiré para siempre.
Josette Landry se encogió ante el apodo de la infancia que siempre la hacía sentirse como un Pomerania. Normalmente corregiría a Selena, pero a estas alturas, estaba harta de intentarlo.
-Mira, lo único que quiero convocar ahora, es un viaje a Baskin Robbins. Así que a menos que tengas cien gramos de la cremosa diosa en el bolso, deja de hablar y empieza a conducir.
Jo tiró con delicadeza de Selena hacia la puerta e ignoró las campanitas que tintineaban desde los dobladillos de su falda de gitana de color morado y plateado. Su prima, que se llamaba así misma adivina, se entregaba en cuerpo y alma a las rarezas de su herencia gitana.
Jo se paró cuando le pareció ver a través del largo y rizado pelo de Selena una camisa de campesino blanca, muy llamativa, que resaltaba el collar con forma de luna y sus sandalias Birkenstock.
Ni hablar. Selena no se lo creería, se revolcaba en los malos estereotipos como un cerdito feliz en una fábrica de barro.
Selena resopló.
-Ahogar tus penas en un sorbete de Rock’n Pop Swirl no va a solucionar nada.
-Olvídate del sorbete. Hoy es el día de la tarta de queso con dulce de leche… triple. ¡Vamos!
-Te odiarás por la mañana.
-Me odio ahora mismo. Por lo menos déjame odiar mi vida en memoria de la deliciosa felicidad helada.
-Ok –se quejó Selena-. Incluso te lo pagaré.
-Por supuesto que pagas tú –dijo Jo llevándose al hombro su harapienta mochila-. Estoy sin blanca.
Selena resopló otra vez mientras sacaba su enorme y peludo llavero de su bolso de mimbre.
-No estás bien, ¿verdad?
-Estoy genéticamente ligada a tu rama de la familia. Por supuesto que no estoy bien. Y nunca lo estaré.
Negando con la cabeza, Selena espero a que Jo cerrase la puerta de su apartamento, aunque no entendía por qué se molestaba. Lo único de valor eran sus tres perros. Y si los atracadores se llevaban a Beggin Strips, la abandonarían sin pensarlo. Chuchos malcriados.
Jo vio de reojo las cajas que había estado empaquetando desde la ventana e hizo una mueca de dolor. Si su mala racha no cambiaba pronto, estaría en la calle y se vería obligada a llevar a sus queridos perros a un refugio.
¿Cómo había podido llegar a esto? Se suponía que su vida no iba a ser así. Nunca había sido irresponsable. Mientras otros chicos salían de fiesta y bebían, ella se había quedado en cada para estudiar. Fue la primera de su promoción. Recortó gastos y ahorró, y lo perdió todo en facturas de abogados cuando se divorció de su marido cuando se negó a trabajar. ¿El motivo? Que si trabajaba, no tendría tiempo para llevarse a la cama a otras mujeres, mientras Jo trabajaba como una esclava para mantenerle con sus dos trabajos.
Sí. Nunca se había sentido tan herida y traicionada. Nunca volvería a confiar en otro hombre. Y por si eso fuera poco, los recortes de personal le habían hecho perder el trabajo que tenía durante el día, y había perdido su otro trabajo después de que la fábrica se quemara por un jodido cortocircuito.
Abrumada por el fracaso de su vida y sus ambiciones, Jo salió a la calle y fue hacia la calle donde Selena había aparcado su Jeep. Si el marido de Selena y su gabinete se encargaran de los divorcios, quizá habría ahorrado algo. Pero la especialidad de Bill eran las empresas y el derecho penal, no los derechos familiares. Y aunque su amigo abogado le había hecho un descuento, se había gastado cada centavo de sus ahorros para librarse de ese infiel aprovechado.
-¿Qué voy a hacer, Lainie?
Selena le abrió la puerta del coche.
-Respirar, cariño. Todo esto pasará. Mientras tanto puedo…
-No te voy a pedir dinero. ¡Jamás!
-¿Y un trabajo?
Jo esperó hasta que Selena entró en el coche antes de contestar.
-No sé leer hojas de té o las manos. Y si me contratas para la tienda, créeme, no creo que pueda contener mi sarcasmo.
-Sí, sé que tú y las ventas no os lleváis bien. El tío Jacob aún se queja en las reuniones familiares del día que pasaste trabajando en su garaje.
-No seas tan melodramática… Solo estuve allí dos horas, antes de que Molly me echara a patadas.
Selena estalló en carcajadas.
-Eso es lo que digo. De todas formas, como valoro y respeto a mis clientes, no tengo intención de ponerte detrás de un mostrador, donde puedes llevar mi negocio a la quiebra tú sola. Lo que tengo para ti, señora Sarcasmo, es lo que haces mejor. Trabajar como cámara.
Jo se animó al instante.
-¿De verdad?
Selena asintió mientras se abría paso a través del tráfico.
-Solo hay un pequeño inconveniente.
-¡Lo sabía! Es para una página porno, ¿no?
-¡No! –Selena hizo una mueca, pero luego pareció considerarlo-. Aunque, conociéndote, preferirías el porno antes que esto.
Jo sintió como se le revolvía el estómago al darse cuenta de que tenía que ver con algo paranormal, y muy estúpido.
-¿Qué?
-Tengo unos amigos…
-¡No! Conozco a tus amigos. Prefiero trabajar en la tienda de Tabitha vendiendo tangas comestibles y cosas con purpurina.
-También puedo arreglar eso. Pero recuerda, tienes que aprender la diferencia entre K-Y y…
-¡Para! ¡Ya vale! No quiero saber nada de la depravación de tu hermana. Todavía estoy aterrorizada por la historia que me contó de cuando encontró una dentadura postiza en el cajón de los tangas.
-Eres una mojigata.
-Yo y Amanda. Las únicas que no estamos dementes en una larga línea de chiflados.
Selena paró en un semáforo y la miró.
-¿Quieres que te diga de qué va el trabajo o no?
-Bueno –cedió Jo de mala gana-. Te escucharé y por lo menos puedo saltar del coche desde aquí y marcharme caminando.
Selena resopló.
-Mis amigos están intentando conseguir su propio programa de televisión.
Jo se arrepintió al momento de sus niñerías.
-Suena prometedor. ¿Qué tipo de programa?
-Hell’s Kitchen. Las mujeres de la demonología y la posesión.
-Hola, desvío hacia la rampa de salida “Ni-hablar-voy-a-hacerlo”.
-Ok –Selena giró a la izquierda-. Solo por curiosidad, ¿les has dicho a tus madres que te has divorciado, y que tienes un aviso de desahucio?
-Te odio, Selena.
-No. Me quieres con la misma pasión que mil paparazzis van detrás de una exclusiva de Emma Stone.
Jo le tiró una frambuesa a su prima.
-Sigue creyéndote esas mentiras.
-No son mentiras. Soy psíquica. Lo sé.
Divertida pero disgustada, Jo puso los ojos en blanco. Por mucho que odiaba admitirlo, Selena tenía razón. Quería y adoraba a su extravagante prima más que a nada. Loca y todo.
-¿Cuánto pagan por el trabajo? ¿Y cuando quieren que empiece?
-Si encuentran a un cámara sereno y de fiar, empiezan mañana. Pero todos los que han ido han salido corriendo y chillando en quince minutos, o menos.
Vaya, eso era impresionante. Incluso para los amigos raritos de Selena.
-¿Es difícil trabajar con ellos?
-No. El sitio que están investigando está encantado.
Esta vez, Jo estalló en carcajadas.
-¿Vas en serio?
-Lo prometo.
-¿Y qué están investigando? ¿La mansión Lalaurie?
Selena negó con la cabeza.
-La cada de Karma.
Eso tenía sentido. En su larga línea familiar de personajes peculiares y aquellos que creían en hadas, posesiones alienígenas y Santa Claus, Karma Devereaux era la Reina de los Lunáticos.
-Lainie, si pongo los ojos en blanco durante más tiempo, probablemente me los trague.
Selena le dio un golpe en la nuca de forma juguetona.
-¡Oye!
-Lo necesitabas. Además, ese cinismo puede servimos. Necesitaos a alguien que no se asuste manejando la cámara.
-Sí, bueno, habiendo sobrevivido a reuniones familiares con un puñado de lunáticos, soy inmune a casi todo. La tía Xilla no está incluída.
-Bien. Los llamaré y les diré que estén en casa de Karma a las once mañana. ¿Te viene bien?
-Quizá –Jo miró a Selena con el ceño fruncido. Aún no me has dicho cuánto voy a ganar por este descabellado viaje a la Cloaca de Hades, también conocida como la casa de Karma.
-Trescientos cincuenta al día, más comidas.
Jo se quedó boquiabierta.
-¡Me estás tomando el pelo!
-No. Es lo que tenemos que hacer para atraer a la gente. Pero aún nos queda por pagar a alguien más de veinte dólares por aparecer quince minutos, y muchos nos han dicho que nos quedemos el dinero porque tienen miedo de que esté maldito o encantado también.
Jo se burló de la paranoia.
-Menuda panda de mariquitas supersticiosos… -aunque podría ser bueno para ella-. ¿Crees que podré conseguir cuatrocientos al día?
-¿A estas alturas? Lo más seguro –Selena cogió su teléfono-. Llamaré a Mama Lisa y lo averiguaré.
-Vale. Consígueme eso y tendrás a tu intrépida cámara, fotógrafa, chica de los recados, conserje… lo que sea.
-¿Pasarías la noche allí?
-No –enfatizó Jo.
Selena levantó la vista del teléfono y arqueó una ceja.
-¿No? Pensé que no tenías miedo.
-No tengo miedo de los fantasmas o de los demonios. Me aterroriza Karma. Sin ofender, pero tu hermana está loca.

Fuente: Oficial Sherrilyn Kenyon
Traducción: Fans de Sherrilyn Kenyon Spain

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