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Escena eliminada # 1 de El Abrazo de la Noche

Esta es una de las escenas de pelea que fue excluida de El Abrazo de La Noche.
Vane se sentó a un lado del campamento en su forma humana mientras escuchaba las frívolas discusiones a su alrededor. La mitad de la manda se encontraba en su forma humana y el resto en su forma de lobos.
Muchos de los hombres estaban intranquilos. Había un aura inquietante en el aire. Una que denotaba problemas, pero que nadie podía interpretar. Ni siquiera él estaba seguro de qué era lo que la estaba causando.
Pero estaba tan nervioso como el resto de ellos. Una palabra o acción fuera de lugar y probablemente estaría tan dispuesto a quitar una vida como lo hubiera estado un Daimon.
Más que una probabilidad, era un hecho.
Fang se acercó y le ofreció una cerveza fría.
—¿Quieres salir a patrullar a ver si descubrimos que está pasando?
Vane destapó la cerveza y ladeó su cabeza para poder ver más allá del cuerpo de Fang, donde Stefan y los otros estaban reunidos. Sacudió la cabeza en negación.
Si salía con Stefan, en el estado de mal humor que se encontraba, uno de ellos acabaría muerto.
—Sea lo que sea, se dirige hacia nosotros. Creo que deberíamos permanecer cerca de las mujeres.
Fang se rió.
—Adoro la forma en la que piensas, adelphos. Permanecer cerca de las mujeres es lo que mejor sé hacer.
Él se rió de las palabras de Fang.
—¡Vane!
Vane se atragantó con su cerveza al escuchar la frenética y aterrorizada voz de su hermana en su cabeza.
—¡Qué?—Le respondió silenciosamente.
—Los cachorros están llegando. Te necesito.
Olvidando su cerveza, Vane salió disparado y corrió hacia ella. La encontró en los límites del campamento, cerca de una pequeña válvula de agua.
—Te tengo, cariño,— le dijo gentilmente mientras se arrodillaba a su lado para asistirla.
Ella lamió su barbilla, y luego lloriqueó mientras los dolores de parto la sacudían.
Minutos después, Fang se unió a ellos trayendo consigo unas mantas.
—¿Quieres que vaya por Papá?
—No,— dijo Vane. —Podemos manejarlo solos.
Mientras extendía su mano para acariciar a Anya, su móvil empezó a sonar. Fastidiado por lo inoportuno del momento, atendió para encontrar a Acheron en el otro lado de la línea.
—Estoy ocupado, Dark-Hunter. Este no es un buen…
—Lo sé, no obstante tenemos un enorme número de Daimons convergiendo alrededor de Miller’s Well. Van tras tu manada, Vane.
Vane se congeló ante las noticias.
—¿Estás seguro?
—Afirmativo. Parece que buscan una sobrecarga para las festividades de mañana por la noche; Mejor os largáis de ahí.
Como deseaba que fuera tan simple.
—Anya está a punto de dar a luz. No podemos moverla. Pero me aseguraré de que los demás se marchen.
—De acuerdo,— dijo Ash. —No te muevas, tendré refuerzos para ti lo antes posible.
La insinuación atravesó a Vane e insultó cada parte del animal en él.
—No necesito tu ayuda, Dark-Hunter. Podemos cuidar de los nuestros.
—Seh, eso mismo, estaremos ahí enseguida.
El móvil quedó mudo. Con un gruñido, Vane lo devolvió a su bolsillo y le explicó a Fang lo que estaba sucediendo.
—Mueve al resto.
Fang asintió y echó a correr propagando las noticias.

* * *
Ash maldijo mientras colgaba el móvil y aceleraba el paso hacia el canal de Bourbon Street.
¿Dónde demonios estaba Talon?
Se suponía que el celta estaba en su pantano, sin embargo no había señales de él.
Cerrando sus ojos, Ash intuyó que el celta estaba bien. Más no tenía tiempo de ir a buscarlo donde Sunshine. Los Daimons se movían deprisa y el tiempo apremiaba, pronto alcanzarían a Vane y su familia.
Cogió el móvil y telefoneó a Valerius, que aún se encontraba en casa.
—Valerius, Estoy en Bourbon.
—No me aventuraré en esas calles de perdición y perversiones plebeyas, Acheron. Ni siquiera lo preguntes.
Ash puso los ojos en blanco ante el tono arrogante del romano.
—Te necesito en el pantano.
La respuesta fue el silencio.
—Valerius, tenemos un inconveniente,— le dijo severamente.—Un grupo de Daimons persigue a una manada Katagaria y una de sus hembras está dando a luz .
—¿Dónde me necesitas?
Ash sonrió. El romano tenía sus momentos. Buenos y malos. Afortunadamente, este era uno de los buenos.
—Estaré ahí enseguida.—Ash colgó el móvil. Se precipitó hacia una entrada cercana donde nadie podría verlo y se teletransportó a la casa de Val.
Valerius tuvo una reacción tardía al ver aparecer a Ash en su sala de estar, antes de que el romano pudiera devolver el teléfono inalámbrico a su base.
La única señal de sorpresa que Valerius manifestó, fue el casi imperceptible arqueo de su ceja derecha.
—No hay tiempo para medios de transporte convencionales.—Explicó Ash.
Antes de que Val pudiera preguntarle a qué se refería, Acheron lo cogió y ambos se materializaron cerca de la guarida Katagaria.
Val frunció el ceño.
—¿Cómo has hecho eso? ¿Acaso eres un extraño híbrido Were-Hunter al igual que Ravyn? Ash sonrió de manera sombría.
—Es una larga historia. La parte pertinente es que no puedo usar mis poderes cerca de los Katagaria sin forzarlos a cambiar de forma. Si la loba preñada es forzada a su forma humana causa de mis poderes, eso la mataría a ella y a sus crías instantáneamente. Por lo tanto, lucharé estrictamente con la fuerza de mis manos, como un humano. Tus poderes no están cargados iónicamente, así que no hay inconvenientes en que luches como sueles hacerlo.
Val asintió en entendimiento.
Acheron manifestó su bastón guerrero, luego guió a Val hacia la guarida.
El campamento era un caos total mientras los hombres, en su mayoría en forma humana, trataban de reunir los cachorros y trasladarlos evitando usar su magia.
Vane y Fang permanecían de pie junto a una loba en trabajo de parto mientras otro hombre que revelaba un sorprendente parecido con Vane estaba arrodillado a su lado abrazándola. El hombre era un poco mayor que los hermanos.
Ash lo recordaba bien. El despiadado líder Katagari odiaba a todos los que no eran miembros de su manada.
Mientras miraba a Vane y Fang, se corrigió, para ser sinceros su padre también odiaba a muchos miembros de la manada.
—Odio dejarte, pequeña,—le dijo su padre. —Pero confía en que criaré a tus cachorros con amor.
La loba lloriqueó.
Su padre se puso en pie e hizo un comentario despectivo hacia Vane y Fang.
—Esto es vuestra culpa. Maldigo el día en que tuve hombres lobos por hijos.
Vane gruñó ante el insulto y se movió en dirección a su padre, pero Fang lo contuvo.
Su padre lo miró con desprecio.
—Más vale que protejas a sus crías. Dios te ayude si algo llegara a ocurrirles.—Luego se marchó con los otros.
Acheron y Val caminaron hacia los hermanos.
—¿Qué estáis haciendo aquí?—Preguntó Vane tan pronto les vio. —Te dije que podíamos encargarnos de esto.
Acheron plantó su bastón en el suelo y lo miró con impaciencia.
—Basta de jugar al héroe, Vane. Lo último que necesitas es quitarte Daimons de la espalda mientras Anya está concibiendo.
Vane les miró entrecerrando los ojos.
—¿Acaso sabéis algo acerca de asistir un parto?
—Yo sí,— dijo Ash. —He asistido más partos de los que debería, durante los últimos once mil años.
A pesar de sus anteriores palabras, Vane pareció aliviado por la respuesta de Ash.
Vane se dirigió a Val.
—¿Qué hay de ti?
La respuesta de Val fue tan rara en él, como lo era su presencia en el lugar.
—No sé nada sobre asistir partos de cachorros, Srta. Scarlett, pero sé cómo partirle la cabeza a un Daimon sin derramar una sola gota de sudor.
—De acuerdo, ambos podéis quedaros.—Vane se puso en cuclillas junto a su hermana y le acarició el hocico mientras la loba jadeaba y lloriqueaba.—Resiste, Anya. No voy a dejarte.
Ash se sentó junto a ellos y le acercó la mano para que ella la olfateara.
—Soy un amigo, Anya,—le dijo gentilmente.—Sé que te duele, pero nos quedaremos contigo para ayudarte.
Ella miró a Vane que le respondió con gruñidos de lobo.
Se oyó una fuerte maldición.
—¡Vane!—Gritó Fang.—Los caimanes nos rodean por todas partes.
—Está bien,—dijo Ash.—Vienen conmigo. No os atacarán a menos que les golpeéis.
—¿Estás seguro?—Le cuestionó Fang escépticamente.
—Afirmativo.
Los últimos miembros de la manada Katagaria se marcharon, dejando solos a Val, Anya, los hermanos y Ash con los caimanes. La silenciosa serenidad del pantano sólo era interrumpida por los jadeos y quejidos de Anya.
Mientras esperaban, Ash se compadeció de la pena reflejada en los ojos de Vane.
—Estará bien—le aseguró Val al notarlo.—La ayudaremos a superarlo.
—No,—dijo Vane, negando con la cabeza—Sólo podemos esperar poder salvar sus cachorros. En cuanto el último de ellos abandone su cuerpo, ella morirá.
Val frunció el ceño.
—No es necesario que seas tan fatalista.
—No lo soy, Dark-Hunter. Ha sido reclamada por su compañero. Unieron sus fuerzas vitales. De no haber estado embarazada y cargando con una nueva vida cuando él murió, habría muerto con él. Tan pronto los cachorros nazcan, ella partirá para unirse a él en el más allá.
Ash sintió que su estómago se encogía al percibir el dolor en la voz de Vane. Él sabía todo lo que Anya significaba para sus hermanos. Así como sabía lo que estaba a punto de suceder y aunque quisiera cambiarlo, también sabía que no podría.
—Lo siento, Vane.
—Gracias.—Vane pasó su mano sobre el blanco pelaje de su hermana.
De repente, de la nada, una horda de Daimons atacó.
Vane se puso en pie de un salto listo para enfrentarlos.
—No sé como asistir un parto,—le dijo a Ash.—Quédate con ella y yo pelearé. Ash asintió y se acuclilló junto a Anya mientras ella gruñía y se quejaba.
Fang se transformó en lobo, su forma más poderosa para pelear, mientras que Vane conservó su forma humana.
Ash escuchó los alaridos que soltaron los Daimons al encontrar los caimanes tendidos, esperando por ellos.
Anya empezó a empujar mientras se desataba la batalla. Ash se mantuvo concentrado en la loba, levantando la vista sólo para asegurarse de que los Daimons no se acercaran demasiado a Anya.
Fang, hacía un trabajo estupendo retrasando a los Daimons en su forma de lobo, mientras que Valerius y Vane luchaban con cuchillo y espada. El mayor inconveniente, era que los hermanos no podían usar su magia y tampoco podía Ash. Cualquier eventual descarga de energía, podría golpear a Anya accidentalmente y matarla a ella y sus cachorros instantáneamente.
—¡Vane!
Ash se sobresaltó al escuchar un sonido humano proveniente de la loba. Levantó la vista para ver a un Daimon a punto de atacar a Vane. Advertido, el Katagari vio al Daimon y girando sobre sí mismo lo alcanzó a tiempo para apuñalarlo en el corazón y matarlo. Anya se recostó.
Ash la contenía mientras el primer cachorro asomaba.
—Eso es,—le dijo, en un tono relajado y tranquilizador.—Ya casi hemos acabado.
Un Daimon trepó por los setos junto a ellos. Ash dio un brinco y giró para defender a
Anya, al tiempo que Vane atrapaba al Daimon y lo arrojaba lejos.
—Cuida de mi hermana,—le espetó Vane entre dientes.
Ash se apresuró a regresar junto a Anya. 
Con los Daimons tan cerca, tenía que atender a los cachorros, a Anya y a los Daimons. No era fácil.
—Empuja,—le dijo a Anya.—Tan sólo un poco más.
Los segundos que siguieron pasaron deprisa y a la vez parecían sucederse en cámara lenta.
Dos Daimons se recuperaron de su pelea con Fang. Uno de ellos descargó una pistola eléctrica sobre Fang, convirtiéndolo en humano instantáneamente. Fang aulló mientras su cuerpo se convulsionaba fuera de control y cambiaba de forma humana a lobo, sin cesar.
Vane fue tras uno de ellos a la vez que el otro le apuntaba con el arma, Vane se arrojó al suelo. El Daimon tiró el gatillo contra Vane, pero éste evitó la descarga por una fracción de segundos.
En cambio, la descarga alcanzó a Anya.
Ash maldijo furiosamente mientras Anya se transformaba de loba a humana sin cesar. Sus bramidos resonaron en los árboles; y de pronto reinó un silencio inquietante.
Convertida a su forma de loba, ella ya no se movía.
Vane corrió hacia ella, pero ya era demasiado tarde.
Estaba muerta.
Ash soltó un grito de guerra y se precipitó tras el Daimon que la había asesinado. Le dio un fuerte golpe en la mandíbula, y luego usó sus manos desnudas para acabar con él.
Ahora que podía usar sus poderes sin restricción, Ash acabó fácilmente con los Daimons restantes.
Las transformaciones intermitentes de Fang se habían ralentizado, pero aun alternaba entre las formas de humano y lobo, mientras se arrastraba lentamente hacia el cuerpo de su hermana.
Vane caminó hacia Anya de manera impasible y se hundió junto a ella. Recogió su cuerpo entre sus brazos y la acunó como si se tratara de un bebé. Las lágrimas corrían por su rostro mientras se mecía con ella y le susurraba en su lenguaje de lobo.
Fang soltó un aullido feroz y volvió a su forma humana. Su cuerpo desnudo; recostó su cabeza contra el lomo de Anya y se aferró a ella.
Ash jamás olvidaría la imagen de los tres arrebujados en su dolor. Lo acosaría por siempre. Recordaba el pasado demasiado bien...
Ese tipo de dolor, nunca sanaba del todo. Lo sabía por experiencia propia.
Con una expresión sombría, Ash se acercó a ellos.
—¿Necesitáis que yo …
—Lárgate,—Vane gruñó, su voz fría y feroz.—Déjanos solos.
—Puede que haya más Daimons en camino,—Val le recordó a Vane.
—Y yo los mataré,—gruñó.—Los mataré a todos.
No había ya más nada que hacer para ayudarles y Ash odiaba que fuera así. Los hermanos necesitaban tiempo para hacer su duelo.
Desintegrando su bastón se volvió hacia Val, que observaba a los hermanos con una mirada intranquila.
—No podrías haber hecho nada más, —le dijo Valerius a Vane—No te culpes por esto.
Vane soltó un gruñido inhumano.
Ash jaló a Val por el brazo y lo alejó de la escena antes de que Vane atacara a causa del dolor.
—Los inocentes no deberían sufrir las consecuencias de las batallas de otros,—dijo Val por lo bajo mientras seguía a Ash.
—Lo sé,—le respondió Ash, su corazón le pesaba. —Pero parece que siempre es el caso.
Val asintió.
—A furore infra, libera nos.
Ash se detuvo ante la frase en latín. Libéranos de la furia.
—Sabes, Valerius, hay momentos en los que pienso que tal vez seas un humano después de todo.
Valerius se mofó de la idea.
—Créeme, Acheron, cualquier parte humana que haya existido en mi, fue asesinada hace mucho, mucho tiempo.

Nota: Esta escena esta incorporada en el Dark Hunter Companion

1 comentario:

  1. Creo que hay un error en la traducción de este párrafo
    Acheron plantó su bastón en el suelo y lo miró con impaciencia.
    —Basta de jugar al héroe, Vane. Lo último que necesitas es quitarte Daimons de la espalda mientras Anya está concibiendo.
    Vane les miró entrecerrando los ojos.
    —¿Acaso sabéis algo acerca de asistir un parto?
    —Yo sí,— dijo Ash. —He asistido más partos de los que debería, durante los últimos once mil años.

    Anya está de parto no concibiendo,lo correcto sería Que Anya estaba pariendo los cachorros ,ya los había concebido con su pareja ,sino no se hubiese embarazado.

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