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INFAMOUS - Prólogo


Prólogo


No era algo de todos los días enterarte de que eras el hijo de un demonio feroz y que tu destino era destruir al mundo. O que el flaco que pensaste que era tu tío chiflado en realidad era tu yo del futuro tratando de evitar no solo tu muerte, sino también la muerte del resto de la población del mundo...Literalmente.

A pesar de todo, para una persona de catorce años, Nick lo estaba manejando bastante bien.
Si, claro. Congelado, sin poder decir una palabra, cosa que rara vez pasaba, Nick no podía respirar mientras la cruda realidad lo golpeaba en la cara. Duramente. Sin piedad.
Justo ahí, donde más le dolía. Bueno, no un golpe físico. Pero mentalmente se sentía como si le hubieran aplastado las bolas contra el piso. La cabeza le daba vueltas por las náuseas.
Tratando de aferrarse a algo, se agarró de las piedras rotas a la entrada del edificio en el que estaba su nuevo departamento de la calle Bourbon donde generalmente se sentaba. Ambrose - su futuro yo - estaba parado a su izquierda, mirándolo desde arriba, sin compasión y con un gesto de burla.
¿Cómo era posible que él fuera Ambrose?
O más precisamente, Ambrose era en lo que podría convertirse...
¿Cómo podía ser que él, un chico normal que se paseaba por las calles de Nueva Orleans, fuera la maldad personificada? Él no se sentía como algo maligno. Generalmente, no sentía otra cosa más que estrés a causa de la escuela o cansancio a causa de los retos contínuos de su madre que iban desde la ropa que usaba hasta el largo de su cabello, o lo poco que dormía. Algunos días se sentía como si buscara una razón para estar molesta con él.
Dios, si supiera esta verdad sobre él, nunca dejaría de retarlo. Probablemente lo castigaría hasta que tuviera tres mil o cuatro mil años de edad. Si, parecía algo inaudito, incluso para él, hasta que lo miró a Ambrose parado ahí, viéndose como duro de matar, a su izquierda.
Ambrose es mi yo del futuro.
El miró a sus alrededores en la parte de la calle Bourbon donde su nuevo departamento estaba ubicado. Todo se veía de la misma forma. Las veredas rotas que conformaban el French Quarter. Los autos estacionados a ambos lados de la calle. La fila de casas que llegaba hasta las tiendas y restaurantes...
Pero nada era igual.
Mas que nada, él nunca sería el mismo.
Soy un demonio.
"No, no, no," Nick repitió en voz alta mientras trataba de encontrar otra explicación. Una que tuviera más sentido y que no lo hiciera sólo una herramienta para las fuerzas más oscuras del Universo.
Desafortunadamente, no había otra explicación. Ninguna otra que tuviera sentido. Todo lo demás que se le ocurría era completamente absurdo.
Él. Nicholas Ambrosius Gautier, sarcástico, astuto. Un adolescente típico. Un gurú de las apuestas. Un otaku obsesionado con el animé y el manga. Antisocial con las chicas de su edad.
Maldad pura.
Mierda, el Director de su escuela había tenido razón durante todo este tiempo...
Realmente era una mala semilla. Lástima que a Peters se lo habían comido los zombies antes de enterarse de la verdad sobre el linaje de Nick. El muy hijo de puta  habría estado orgulloso de tener razón.
Nick estaba destinado a una vida de aniquilación total.
Y aunque quisiera no podía negarlo. Ambrose tenía el mismo color de ojos azules y cabello castaño que él. El mismo gesto burlón que hacía cuando las cosas lo molestaban, el mismo gesto que hacía que lo castigaran cada vez que su madre lo veía. Más aún, Ambrose tenía una cicatriz idéntica en la palma de su mano, la misma que Xenon le causó a Nick cuando cortó su mano para obtener su sangre. Una cicatriz que no había estado en la mano de Ambrose la última vez que lo había visto.
Estoy en un capítulo de la Dimensión Desconocida.
Tenía que ser así. Sino no tenía sentido.
¿Así que dónde estaba el locutor, diciéndole a la audiencia sobre cómo había tomado el camino equivocado para terminar en un una calle suburbana o alguna mierda como esa? Dale, Rod Serling. No me decepciones. Necesito que vengas y me digas que estoy en una pesadilla. Decime que es una nueva dimensión para mis ojos y oidos.
Pero no había nada que le diera un respiro. No de esta realidad torcida.
Nada que lo librara del hecho de ser el odiado hijo de un demonio al que querían cazar...
"Soy un ser maligno." Él trató de aceptarlo y aun así no podía. Si eso fuera verdad ¿cómo podía ir a la Iglesia con su madre todo el tiempo? ¿ No debería prenderse en llamas cuando el agua bendita lo tocaba? ¿Sentir que algo lo quemaba cuando tomaba la comunión? Incluso había sido un monaguillo por años.
Pero nunca se había sentido incómodo con ninguna de esas cosas. Lo peor que le había pasado en la Iglesia fue cuando el sacerdote se había dormido durante su última confesión, lo cuál le indicaba lo aburrida que había sido su vida, antes de todo esto.
Si, bueno, y también estaba la vez que se había tropezado camino al altar y había desparramado el incienso por todo el lugar. Pero eso no había sido como resultado de su herencia, salvo que se heredara la torpeza y el hecho de que los zapatos que tenía habían sido demasiado grandes para sus pies.
"Soy un ser maligno," Nick repitió una vez más.
Ambrose cambió el peso de su pierna y frunció más su ceño en un gesto aterrador. "No, Nick. Somos seres malignos. Fuimos criados para ser soldados de los poderes más oscuros." Lo dijo de la misma forma que si estuviera diciendo: Mirá, el sol brilla. El perro del vecino se está comiendo tu bolsa de basura otra vez. Pibe, estás usando una camisa horrible.
Ah, y por cierto, sos un demonio en forma humana.
Seh...
Como Nick usando una camisa hawaiana barata, no encajaba.
"¿Entonces por qué estás tratando de ayudarme?" le preguntó a Ambrose.
Ambrose resopló. "Me lo pregunto todos los días, y no tengo una respuesta para eso. Una parte de mi quiere decirte que te entregues a tu derecho de nacimiento y sigas ese camino. Que dejes que la maldad te guíe y te lleve al reino de las tinieblas para que tus enemigos te usen como quieran. Dios sabe que pelear contra eso nunca me dio ninguna paz o comodidad. Solamente me causó una úlcera gigante. ¿Querés que sea honesto con vos? Preocuparme por los demás hizo que mi vida entera fuera una mierda, de principio a fin.  Cuando no te preocupás por nada ni nadie, nada puede lastimarte. Cuando te preocupás..."
Tus enemigos te tienen de las bolas. Ya había aprendido esa lección.
Aun así...
"No respondiste mi pregunta."
Ambrose suspiró. "Porque no tengo una respuesta, pibe. Al contrario de lo que pienses, todos somos ratones en un laberinto. Nadie sabe exactamente qué hacer. Por alguna razón doblaste a la izquierda, pero no sabés si estás estás yendo en la dirección correcta hasta que terminás electrocutado o conseguís el queso. Y para cuando te das cuenta de cuál es la dirección correcta, ya es demasiado tarde. O estás muerto, o comés. No hay una tercera opción."
"Tengo que decir que prefiero alimentado antes que muerto."
Ambrose se rió con amargura. "Yo también. Algunos días." Él miró hacia el cielo como si buscara asistencia divina. "Realmente espero no estar a punto de cometer otro error." Él se frotó su mano contra su frente com si tuviera un terrible dolor en ese lugar, y luego lo miró fíjamente. "Bueno. Te voy a decir la verdad. Todo. Para bien o para mal. Pongamos las cartas sobre la mesa y veamos cómo la cagamos esta vez.¿Dale?
Nick no estaba muy seguro si era algo bueno o no. Pero de todas formas, quería saber exactamente qué estaba pasando y contra qué se iba a enfrentar.
Ambrose lo miró de frente. "Esta no es la primera vez, pero seguramente va a ser la última. Vos, Nick, sos la única esperanza que tengo para hacer las cosas bien. Traté de hacerlo tres veces anteriormente y cada una de ellas fue peor que la otra. Cuando comencé a meterme con nuestras vidas, había más humanidad en mí. Casi la perdí del todo ahora. Mi último intento quemó algo dentro mío, y si te soy sincero, me asusta. Y yo no me asusto. Jamás. No después de todo lo que pasé. Pero el grado en el que ya no me importa nada, es algo a lo que temer. A veces quiero que todo termine. Porque cuando así sea, se va a terminar mi dolor y voy a tener algo de paz. Finalmente. Va a ser una mierda para el resto. Pero como ya te lo dije, llegué al punto en el que ya no me importa un carajo. Me estoy aferrando a mi humanidad, que pende de un hilo más fino de lo que nadie se imagina, y en cualquier momento se va a romper. Que Dios nos ayude cuando eso pase."
El frió bajó por la espalda de Nick.

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