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INFAMOUS - Capitulo 2


Nick hizo un gesto de dolor mientras Stone Blackmore lo golpeó con su hombro super desarrollado y musculoso en el pasillo de la escuela. El dolor explotó en el brazo de Nick, e hizo que quisiera aporrear a la bestia con su mochila de cien kilos hasta que Stone le rogara piedad.
“¡Mirá por donde caminás, vagabundo!” le gritó Stone mientras le daba un empujón a Nick y seguía caminando hacia su casillero.  El grupo de idiotas que iba con él a todas partes, fueron a su paso, riéndose de la situación. Si, bueno, porque chocarse con alguien en un pasillo es tan gracioso. Ay si pudiera tener el intelecto de un cromañón que algo tan inócuo como sacarse la pelusa del ombligo le resultara entretenido…
Nick se dio vuelta para contestar ese insulto con uno propio, pero ese pensamiento se le fue volando cuando Nekoda apareció frente a él desde la multitud. Vestida con un pulover ajustado color crema y un jean, con su cabello castaño recogido en colitas, ella le robó el aliento y instantáneamente hizo desaparecer sus pensamientos sobre Stone.
Al lado de sus poderes, los de ella eran mucho más impresionantes. Podía derretir el cerebro de un chico con sólo una sonrisa. Sólo un toque de ella, y él quedaba completamente vulnerable. Su mera presencia podía succionar cada parte de su inteligencia y dejarlo como un idiota babeando, detrás de ella, desesperado por hacer cualquier cosa que ella le pidiera…incluyendo llevar su brillante cartera rosa.
“Hola, lindo. ¿Dónde estuviste anoche?”
No en el lugar donde le hubiera gustado estar. Eso seguro. Hubiera preferido estar agarrado de la mano con ella que en un cine oscuro escuchando a Grim decirle lo tarado que era.
Dios, podría mirar los ojos verdes de Nekoda para siempre, especialmente cuando ella lo miraba de la forma en la que lo estaba mirando ahora. Como si él fuera importante para ella. “Mi mamá no me dejó salir. Perdoname.”
Ella frunció el ceño. “¿Por qué?”
Cambiando su mochila al hombro que Stone había dejado sano, Nick suspiró. “Ella considera que las cosas que hacemos juntos califican como “citas”, y ella piensa que soy muy joven para eso.” Luego en un tono más bajo, susurró, “Si supiertas.”’
Ella frunció más el ceño. “No entiendo. Hicimos muchas otras cosas juntos. ¿Por qué no quiere que veamos una película?”
Él le sonrió tímidamente. “Ella no sabe de todo lo otro. No le dije exactamente que hacía esas cosas con vos.”
Ella lo reprendió. “Omitir información es mentir, Nick.”
“Lo sé, Kody. Lo sé.” Pero decirle a tu mamá que estabas siendo perseguido por demonios que quieren matarte y que una chica linda de la escuela te estaba ayudando a combatirlos no era algo que quería hacer. Especialmente no después de la advertencia que Ambrose le había dado unos meses atrás. “No me retes, ¿está bien?. Ya no quiero más retos por hoy.”
Su expresión preocupada lo hizo sentir mejor. “¿Tuviste algún ataque esta mañana?”
Nekoda y Caleb eran las únicas dos personas en la escuela que sabían quién y qué era en verdad. Mientras Caleb era su demonio guardaespaldas enviado para evitar que muriera prematuramente, Nick no estaba seguro de cómo catalogar a Nekoda. Ella no se lo decía y él no lo sabía.
Hablando de mentiras por omisión…
Pero ambos habían derramado sangre por él. Así que hasta que hicieran algo en su contra, era algo implícito que les daría su confianza.
“La madre de todas las bestias me clavó los colmillos en el pellejo por todo, desde olvidarme de sacar la basura anoche hasta no lavarme los dientes lo suficiente esta mañana.” Ni se molestó en mencionar que también lo habían retado por volver-a-dejar-la-tapa-del-inodoro-abierta y no-levantar-la-ropa-interior-del-piso. No había necesidad de horrorizar a su novia con algo tan personal. “Todavía me duele la mordedura.”
Su sonrisa hizo que su estómago se contrayera. “Te entiendo.” Ella tiró de las solapas de su camisa hawaiana de un naranja horrible que tenía enormes dibujos de botellas de salsa tabasco. Otra cosa que su madre le había insistido que usara porque tenía una errada creencia de que se veía respetable y…prepárense para escuchar esto…”rico.”  “¿Es una camisa nueva, no?”
Él gruñó en respuesta a esa pregunta.
Riéndose, Kody se puso de puntas de pie para darle un rápido beso en la mejilla, a pesar de la regla  de “sin muestras de afecto en público” que había en su escuela St. Richards. “Considerá que esta es una zona sin regaños, y la verdad es que te queda bárbara esa camisa barata, como no le quedaría a nadie más. Creeme. Solamente vos podés verte bien en algo tan horrible. Pero mejor que te apures o vas a llegar tarde para el salón de clases otra vez.”
La campana sonó un segundo después.
Nick puteó ante su mala suerte mientras se apuraba por los pasillos con Kody hasta su salón de clases. Kody se frenó justo delante de la puerta, de la que era su celda en la prisión matutina monótona y marrón, causando que él frenara de golpe.
La Srta. Richardson, el trol más malo que tenía este lado del reino de las tinieblas, les hizo un sonido de disgusto con la lengua. Con un gesto de desprecio en su feo rostro, ella señaló el reloj barato que tenía en su muñeca. “Veo que ambos volvieron a llegar tarde. ¿Esta sería qué? ¿Su tercera llegada tarde señor Gautier? ¿Sabe lo que eso significa, verdad?”
Oh si. Quedarse en detención después de hora. Y mejor aun, más tiempo uno a uno con Richardson. Justamente lo que quería agregar a su lista de navidad, justo después de un ataque de miseria intestinal.
¿Por qué no venía un demonio destrás de él en este momento y lo destripaba? ¿y lo absorbía a una sombía boca del infierno? Eso sería algo a lo que le daría la bienvenida.  Después de cómo había empezado la mañana, ni siquiera lucharía.
Cerrando sus ojos, intentó invocar sus poderes para tratar suavizarla con una frase. “Pero si la campana todavía no sonó."
Richardson se quedó helada por un segundo. Luego pestañó. “Lo veo a las tres en punto.”
Mierda. No había funcionado. Qué sorpresa. Y le daba más pruebas de que Richardson no era humana.
Irritado, Nick tomó el trozo de papel de su mano mientras ella miraba con furia a Nekoda.
“Y usted. Señorita Kennedy. Una vez más y le va a estar haciendo compañía al Sr. Gautier en detención después de clases.”
“Se pronuncia  ‘Go-shay,’ ” dijo Nick, corrigiendo el  “Gah-tee-aaa” que había dicho. Odiaba cuando alguien pronunciaba mal su nombre.
“Claro que sí.” ¿Podía su tono estar más impregando de sarcasmo? “¿Cómo pude olvidarme que el cajún de los barrios es una corrupción y afrenta al hermoso idioma francés?”
Y ella despreciaba a los cajunes con tanta pasión. Algo que le decía a todos, lo cuál le hacía preguntarse por qué la mujer vivía en Nueva Orleans, hogar de los cajunes. Uno de los ancestros cajunes de Nick debía haber atropellado a su gato cuando era chica o algo así…novescientos años atrás, dada su apariencia.
Al menos ese era probablemente el periodo histórico en el que esa cosa a la que llamaba vestido había estado de moda.
A pesar del hecho de que lo pagaría después, Nick le dedicó su sonrisa más encantadora. “¿Quoi d’autre?, cher.” ¿Algo más, querida? “¡Laissez les bons temps rouler!” ¡Viva la joda!. La frase de cabecera de Nueva Orleans, y su credo personal.
Él le guiñó el ojo. Richardson parecía que echaba humo, mientras él iba hacia su asiento detrás de Caleb, quien le hizo un revoleo de ojos.
Nick bajo su pesada mochila al piso, y no pudo resistir una última burla.
(En cajun) “Acá no hay vagos, querida. Yo y mi chica vamos a pasarla bien en el almuerzo. A mi no me interesa. Me traje unos bocadillos de caimán ahumado y unos beignets para comer. ¡Riquísimo!”
El gesto de asco en su cara era algo que debía haber copiado de un a gárgola. “Suficiente, Sr. Go-chay. O le voy a agregar un día más de detención.”
No lo hagas. Sentate y callate, le dijo Caleb en su cabeza.
Pero Nick no pudo contenerse. “Go-shay,” le corrigió nuevamente la pronunciación.
“¿Qué fue eso?” Richardson preguntó con una pose orgullosa. “Ah, ya sé.” Lo miró estrechando sus ojos de ratón a través de sus lentes de tinte oscuro.”El sonido de otro día detención que se agrega al de hoy. Estoy tan contenta de tener a alguien que también mañana limpie el salón por mí.”
Ah, qué ganas tenía de hacerle tragar esa sonrisa socarrona.
Apretando los dientes, se sentó en su lugar.
Te lo dije. ¿Verdad?
Miró mal a Caleb.
Kody le dio una palmada en su hombro antes de ir a su asiento en la parte opuesta del salón. Stone se dio vuelta en su escritorio para burlarse de Nick, riéndose silenciosamente.
Un día de estos, idiota oledor de entrepiernas, voy a tener el suficiente poder como para lanzarte un relámpago y ver cómo perdés control de tu forma. Eso sí sería gracioso. Stone tirado en el pasillo en bolas, pasando de lobo a forma humana una y otra vez. Y con suerte haría que Richardson tuviera un ataque cardíaco.
Eso sí sería un buen dos por uno…
Nick le devolvió la mirada a Stone. Aunque físicamente parecía de quince, Stone era un lobo, que en realidad tenía casi treinta años. Como la gente como Stone no envejecía de la misma forma que los humanos, los mantenían en sus casas durante mucho tiempo antes de mandarlos a la escuela, donde se suponía, les enseñaban a interactuar con humanos. Pero aun con esos años extras de entrenamiento en su casa, Stone no era mucho más maduro que un adolescente humano.
Un momento. ¿Qué estaba diciendo? Stone funcionaba como un inadaptado social de cinco años.
Y Stone, a causa del dinero de su padre y del hecho de que jugaba en los equipos de fútbol americano, basket y baseball, pensaba que era un príncipe ante el que todos tenían que inclinarse. Él y los otros animales con los que se juntaba, habían tomado a Nick como el lobo omega para molestar y abusar de él. En parte porque Nick, hasta que empezó a trabajar con Kyrian, había sido un chico pobre becado. Sin embargo, últimamente, la animosidad de Stone provenía de que la chica con la que andaba a veces, Casey Woods, le había tirado onda a Nick.
Pero Nick nunca se había dejado victimizar por Stone, y achicarse ante algo o alguien no estaba en su código genético. Como resultado de eso, sus peleas eran legendarias para el cuerpo estudiantil y los profesores.
Mientras Richardson comenzaba a tomar lista, la puerta se abrió y dos estudiantes desconocidos llegaron con el director, el Sr. Head. Llevándolos hasta el escritorio de Richardson, el director habló en voz baja mientras el chico y la chica miraban de reojo, nerviosos al salón.
“Debe ser carne fresca,” le dijo Stone a su amigo Mason.
Mason asintió. “Él es poca cosa, pero la chica es comestible.”
“¡Mason!” Lo retó Casey mientras se daba vuelta en su asiento para mirarlo con mala cara. “¡Cortala! Son asquerosos. Los dos.” Ella hizo una pausa para mirarlo con ganas a Nick, quien hizo lo posible para no reaccionar ante su mirada, ni dejar que Kody lo vea.
Demasiado tarde. Él obtuvo de Kody una mirada que decía, qué-carajo-estas-haciendo, antes de que mirara a la chica con cara de te-voy-a-arrancar-todos-los-pelos. Casey revoleó los ojos ante la mirada de Kody antes de acomodarse en su asiento y acomodarse el pelo sobre su hombro.
Oooo, algo que no le recomendaría hacer, ya que había visto a Nekoda manejar una espada. Su chica no tenía problemas en cortarle la cabeza a cualquier cosa que viera como amenaza.
Lástima que Casey no lo sabía.
Todavía no sabía cuál era el juego que Casey estaba jugando con él. Como animadora, había sido la chica que andaba con Stone durante los últimos tres años. Pero desde el año pasado, cada vez que Nick se daba vuelta ella estaba ahí, tirándole onda.
“¡Clase!” Richardson palmeó sus manos para obtener atención. “Tenemos dos nuevos estudiantes. Hermanos que vienen de otra escuela. Joey y Jill Becker.” Ella se enderezó los lentes sobre su nariz torcida. “Siéntense, chicos.”
Joey se sentó en el asiento frente al escritorio de Richarson, pobre pibe. Pronto aprendería. Jill se tomó su tiempo buscando alrededor del salón ante de sonreírle a Nick y ocupar el asiento vacío a su izquierda.
Kody se dio vuelta para levantarle la ceja.
Nick levantó sus manos en señal de tregua. Soy inocente, le envió a su mente.
La mirada en su cara le decía que no le creía una palabra.
¿Cómo me meto en estas cosas? Lo que era más importante. ¿Cómo salgo de esta?
Ciertamente no podía evitarlo si atraía al sexo opuesto. Si, claro, eso era una broma. No sabía qué había en el agua últimamente, pero ningún hombre que usara esa camisa horrible, y poseyera su cuerpo desgarbado de adolescente que se estiraba cada día podría atraer a otra cosa que no fueran mosquitos.
Jill le tendió la mano. “Hola. Soy Jill.”
Sintiendo las dagas que le estaba clavando Nekoda con la mirada. Nick le tendió la mano aunque realmente no quería hacerlo. “Nick.” Y le soltó la mano rápidamente.
“¿Te importaría llevarme hasta mi próxima clase, Nick?”
Ayúdenme…oh boca del infierno, ¿dónde estás? ¿Por qué te has olvidado de mi en mi hora mas oscura? Ábrete, rápidamente, y me tiraré dentro.
Caleb se dio vuelta para mirarla. “Con gusto te muestro donde queda, por cierto. Soy Caleb.”
“¿Señor Malphas?” dijo Richardson irritada. “Hay algo que quiera compartir con la clase?”
Caleb sonrió ante el tono condescendiente. “No Srta. Richardson. Solamente estaba ofreciendo ayuda a nuestra nueva estudiante para que no se pierda, ni llegue tarde a su próxima clase.”
“Si bien es un buen gesto, tiene que estar atento a cuando paso lista.”
“Si, Señorita.
Ugg, eso tuvo que haber irritado a Caleb. Con miles de años, él era más poderoso que cualquiera que Nick hubiera conocido, excepto Acheron. No tenía dudas que el demonio podría freir a Richardson en su asiento.
Y pensar que en algún momento había estado celoso del look hollywoodense de Caleb, su cuerpo perfecto, su ropa increíble, y su dinero. Hasta que supo la verdad sobre él. Ahora Nick sabía que no había dinero suficiente en el universo para compensar las cosas por las que había pasado Caleb, y por tener que soportar el humor de mierda de Nick todo el tiempo. Si bien el demonio no hablaba de sí mismo ni de su pasado era imposible no ver la mirada torturada de Caleb cuando pensaba que nadie lo estaba mirando.
A Nick le hacía preguntarse si sus propias cicatrices eran tan visibles cuando bajaba la guardia.
La campana sonó, aunque no fue lo suficientemente rápido, para liberarlos de la molesta cadencia de Richardson. Gracias a Dios que no la tenía más en su clase de inglés. El año pasado había sido el más largo de su vida.
Nick justo terminaba de calzarse la mochila al hombro cuando Jill se plantó firmemente frente a él.
Él lo miró de reojo nerviosamente a Caleb, y luego a Kody, quien se veía menos que contenta por la atención que Nick estaba recibiendo de Jill.
“Mi primera clase es en el salón 214. ¿Me ayudarías a encontrarlo?”
Nick dio un paso hacia atrás, para que pudiera avanzar Caleb.
“Con mucha alegría te muestro dónde queda.” Le dijo Caleb con su acento más profundo.
Jill frunció el ceño. “Preferiría que Nick me mostrara donde queda, si no te molesta.”
La expresión en la cara de Caleb no tenía precio. Con su corte de pelo caro y su pinta, no tenía la costumbre de quedar segundo ante nadie en cuestiones de chicas.
Kody, puso su brazo en el de Nick y le pasó la otra mano por su cabello castaño. “Estoy segura de que a Caleb no le molestaría en lo absoluto. Sin embargo, yo si tengo un pequeño problema con eso.  Soy Kody, la novia de Nick. Encantada de conocerte.”
Debido al fuerte agarre que sintió en su brazo y porque no quería lastimarla, Nick iba a tropezones en los pasillos mientras iban hacia su siguiente clase. “Tranquila Kody, yo no estaba haciendo nada malo.”
Ella aflojó su agarre. “Ya lo sé. Si bien sos hermoso, más allá de lo que pienses de vos mismo, es el glamour de demonio que tenés lo que atrae a cada chica que conocés.”
Más pruebas de que Richardson no era una mujer.
“Cuanto más crezcas y más acceso tengas a tus poderes, más fuerte se vuelve el efecto. Desearía poder encontrar algo para desactivarlo.”
“Si, pero ¿acaso no lo tiene Caleb también?”
“Desafortunadamente, no. Él es un tipo de bestia diferente. Su clase fue criada para pelear, no para servir.”
“Servir,” era un término amable para la esclavitud de demonios. Algo por lo que su padre había estado esclavizado durante miles de años hasta que convenció o le puso una trampa, o ambas cosas al sirviente de su amo para que lo liberara. Nadie estaba seguro sobre cómo había hecho Adarian para obtener su libertad, ya que todos los que cometían el error de preguntarle terminaban destripados.
En el caso de Caleb, aunque no era un demonio de clase “sirviente”, estaba esclavizado a Nick, pero Nick no tenía idea de cómo o por qué. A Caleb no le gustaba compartir al igual que a su padre.
Nick hizo una pausa en el pasillo al lado del casillero de Kody para que ella pudiera dejar ahí su pulover. “Todavía no me dijiste cómo es que sabés tanto sobre mí y sobre mis poderes.”
“Si, ya sé.” Ella se agachó para abrir la puerta.
Sí…después de un año, debería estar acostumbrado a sus evasivas a las preguntas que le hacía respecto de ella, sus poderes y su habilidad para conocerlo tan bien.
Nick se puso en un estado alerta al ver una sombra correr a lo largo de la pared y desaparecer en una grieta sobre la puerta del baño. “¿Viste eso?”
Kody se paró al instante. “¿Qué?”
Nick dio vuelta la cabeza y usó sus poderes para tratar de sentir qué entidad había estado ahí. Pero no pudo sentir nada.  “Debió haber sido mi imaginación.”
Cerrando con llave, Kody entrecerró los ojos. “La última vez que dijiste eso, casi nos mata un mortent.”
Eso era verdad, y todavía tenía la sensación en el estómago que generalmente le señalaba la presencia de otro demonio cerca.
Su mirada se dirigió a algo rosa que se aproximaba a ellos. Era Brynna Addams—una de las primeras amistades que había hecho en St. Richards y una chica dulce.
Sonriendo, tocó a Kody en el hombro. “Hola, linda. Me preguntaba si podría contar con vos después de clases. A LaShonda y a mi nos tocó hacer la decoración para el baile de otoño y necesito ayuda.”  Ella volvió su mirada de súplica a Nick. “Vos también, Gautier. ¿No querés ayudar a una hermana?”
“Me encantaría, pero tengo que trabajar hoy. Kyrian tiene algunas cosas que tengo que devolver, y un pedido para ir a buscar a lo de Liza.”
Brynna hizo un puchero antes de volverse para mirar a Nekoda, “¿Por favor, Kody?”
Ella dudó, y después asintió. “Claro.”
Con un chillido, Brynna la abrazó. “¡Sos la mejor!”. Luego se fue corriendo, desvaneciéndose en la multitud.
Nick se rio. “Gracias a Dios que te agarró a vos. No quiero seguir castigado.”
“Todavía no saliste de esta, pibe.”
Nick suspiró. “Es la historia de mi vida.”
Sonó la primera campana.
“Mejor andá,” le dijo Kody. “No quiero ver que te den otro castigo.”
“¿Sí? A esta altura tendría que llevarme un colchón a la clase de Richardson. ¿Me decís otra vez por qué no se la comieron los zombies? ” Nick se quedó callado mientras pensaba una forma de hacer que su sueño se cumpla. No era demasiado tarde. “Me pregunto si Madaug tiene más copias de ese juego por ahí sueltas.”
Kody se puso pálida. “No jodas con ese tema. Ahora andá.”
Haciéndole una benia, se dio vuelta y se dirigió hacia la clase donde Caleb lo estaba esperando en el laboratorio de computación.
Tanto Caleb o Kody estaban con él en todas sus clases — algo en lo que ambos habían insistido. Después de lo que había pasado el año pasado con el entrenador que había vendido su alma por una victoria – literalmente- ambos se habían puesto paranoicos de que algo lo agarrara durante el día si uno de ellos no estaba cerca.
La casa de Nick fue considerada una zona segura porque habían puesto símbolos de protección y habían sellado el departamento. Sin embargo, la escuela era un edificio público con cientos de personas en ella- incluyendo algunos seres sobrenaturales que ya conocían, y que se suponía que tenían que estar en este lugar, y no suponían ninguna amenaza para ellos. No había forma de hacer que fuera completamente segura sin prohibirles la entrada, también.
Nick se sentó al mismo tiempo que Caleb se puso de pié. “¿Pasó algo?”
Caleb entrecerró sus ojos mientras hacía un círculo lentamente alrededor de su asiento, mirando cuidadosamente cada rincón del salón. “Hay algo acá adentro. ¿Podés sentirlo?”
“Creí haber visto una sombra en el pasillo hace unos minutos.”
Puteando por lo bajo, los ojos de Caleb se volvieron color naranja.


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